En la cabina de inspección número cuatro la impresora estaba a unos 90 centímetros de altura, bajo el mostrador. Me puse en cuclillas, desconecté los cables y la giré para acceder a la parte trasera, al fusor. Lo más probable era que aquellas manchas en el papel las produjera la corona de carga pero había que revisarlo de todos modos. En aquellas cabinas, aparte de ordenadores, impresoras, grapadoras, sellos y documentos oficiales también solía haber decoración de los empleados, es decir, calendarios de equipos de fútbol, viejos transistores más o menos operativos, algún peluche, un minion ahorcado de la lámpara del techo con un cable USB... Lo que me extrañó fue que en aquella ocasión la decoración estaba oculta en esa parte de la cabina, a esa baja altura, imposible de ver a menos que te agachases (inserte aquí innuendo). Concretamente había pegadas en el fondo 17 imágenes, 9 eran de cristos, 7 de vírgenes y una rubia en traje de Eva con pose sugerente.
Esa última estaba aislada a medio metro de las demás. Cuestión de creencias incompatibles, supongo.
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